Pido permiso a todos los fanàticos de linux para meterme en el apasionante terreno linuxero, desde el punto de vista de un usuario “tradicional” de Windows, para contarles la experiencia Linux desde otro lado.
Hace poco leí las palabras de Linus Torvalds, haciendo una crítica respecto a cierto “fundamentalismo” de los fanáticos de Linux y el software libre, que realmente me parecieron muy acertadas. Si bien la comunidad del software libre tiene motivos más que suficientes para sentirse absolutamente orgullosos de lo que han logrado, es importante también que esa postura se haga desde el respeto y la tolerancia, lo cual dignifica aún más el trabajo que llevan adelante.
Durante el 2009 me tocó asistir a una de las sedes de la FLISOL (en la UTN Resistencia), y quedé gratarmente soprendido por la predisposición de sus organizadores para instalar y asesorar en el uso de Linux, aunque me sentí un poco afuera al consultar respecto al software libre para Windows. Ellos argumentaban que no se dedicaban a instalar software sobre Windows porque consideraban que la mayoría los asistentes lo tenía de manera ilegal, y eso iba en contra de sus principios. Si bien es súmamente entendible la postura, dejaban de lado a mucha gente que sí tenía su Windows original (usuarios OEM, por ejemplo), y que para colmo no podían darse el “lujo” de formatear la PC, porque sino la garantía les dejaba de correr.
A partir de esto me parecen muy acertadas las palabras de Torvalds, en el sentido de difundir la tarea de las organizaciones de software libre a través de hechos, y no de posturas intransigentes o el desprestigio a alternativas comerciales.
Un servidor hogareño con Ubuntu
Aportando un poco a esta causa, voy a contarles mi experiencia como usuario tradicional de Microsoft (desde DOS 5.0 hasta Windows en todas sus versiones), como muestra que, en la actualidad, Linux no necesita a nadie que lo “defienda”. El propio sistema operativo tiene argumentos más que suficientes para convencer a todo aquel que crea que es momento de cambiar.
Hace algún tiempo decidí armar una PC de escritorio a modo de servidor de archivos y para descarga de paquetes de Internet, usando partes que me fueron quedando tras varias actualizaciones. En resumen: un motherboard ASRock con sonido, video y LAN integrado, portando un Celeron de 1,2 GHz y 512 MB de RAM. A esto le agregué un disco duro de 10 GB que tenía dando vueltas por ahí, y un gabinete micro ATX, donde todo entró casi de casualidad. Del resto, nada: ni monitor, ni teclado, ni mouse. Sólo el gabinete, situado al costado de mi escritorio, conectado al cable de red y energía.
Desde un primer momento decidí que esta fuera mi primera experiencia con Linux de manera permanente. Muchas otras veces lo había instalado, pero para pruebas muy puntuales. Esta vez, quería usarlo de manera definitiva. Mi principal “miedo” era el tema Drivers. Acostumbrado a Windows, donde esto se resuelve de una manera relativamente sencilla (para los que que ya tenemos ese paradigma incorporado), supuse que cualquier dispositivo no detectado aquí me iba a demandar algo más de tiempo de investigación. Absolutamente todo lo contrario, todo se detectó de manera automática y salió funcionando desde el principio.
Sólo tuve que resolver (con monitor y teclado provisorios) el tema de la habilitación del escritorio remoto (súmamente sencilla) y el acceso automático con mi usuario y password, de manera que no necesite loggearme cada vez que prendo la PC. Sólo tuve que buscar ambos términos en Google, para encontrar entre los primeros resultados un buen tutorial que me explicaba cómo proceder en ambos casos.
El resto, fue instalar el programa Ultra VNC Viewer en mi PC con Windows, y desde aquí manejo a la otra computadora cada vez que lo necesito. Por lo demás, no me preocupo de nada. Todo se actualiza automáticamente cada vez que es necesario. De hecho, esa computadora empezó con Ubuntu 8.04 LTS Hardy Heron, y los saltos a 8.10 Intrepid Ibex y 9.04 Jaunty Jackalope se hicieron con sólo aceptar la sugerencia del gestor de actualizaciones, y dejando a la máquina toda la noche bajando e incorporando los cambios. Al otro día, simplemente me conectaba al escritorio y me encontraba con un nuevo Ubuntu. Así de simple
Ubuntu Remix en una EeePC
Desde la aparición de las primeras netbooks me pareció una idea fantástica el poder llevar un equipo tan pequeño a todos lados, aunque no fue hasta ahora que me decidí a adquirir una, con la aparición de modelos con 1 GB de RAM, disco de 160 GB y procesador Atom de 1.6 GHz, Wi-Fi, Bluetooth, placa de sonido y webcam; digamos que lo necesario como para realizar cualquier cobertura periodística.
De todos los modelos del mercado, el que más me gustó fue la EeePC 1000HE, sobre la cual haré una review detallada en USERS.
En esta oportunidad hablaré sólo del software. El equipo viene con una versión Home de Windows XP, “correcta” para los usuarios hogareños, pero insuficiente para los fanáticos como yo. Luego de probar sin éxito un método que me permita instalar una versión de Windows XP Professional a través del pendrive, lo que requiere de un procedimiento para nada sencillo, decidí que quizás en este ámbito era también momento de hacer un intento con Ubuntu Linux.
La solución apareció con sólo poner eeePC + Ubuntu en Google: Ubuntu Remix, una versión de mi distribución favorita, especialmente diseñada para netbooks y para ser instalada a través de un pendrive.
La preparación del pendrive de instalación desde Windows no puede ser más simple. Sólo hay que bajar la imagen de disco de Linux, y el programa Win32 Disk Imager. Con este último seleccionamos la imagen de disco y la unidad de destino (el pendrive), para luego hcer un clic en [Write].
Eso es todo. Sólo resta esperar a que el proceso se complete, y el pendrive estará listo para instalar Ubuntu en cualquier netbook.
Luego vamos a la EeePC, la encendemos y entramos al setup con
Luego de grabar lo cambios y reiniciar, el instalador comienza automáticametne, ofreciéndonos probar Ubuntu en su modo Live (sin instalar), cosa que recomiendo para asegurarnos de que todo funcione realmente bien.
Si nos convencimos, reiniciamos, y esta vez optamos por instalar el sistema operativo. Podemos optar por hacerlo en conjunto con Windows (con un menú de arranque) o reemplazarlo. Yo elegí la segunda opción.
La instalación no demora más de 10 minutos, con la posibilidad de realizarla en castellano, con preguntas que realmente no complican para nada, y reconociendo absolutamente todo el hardware presente en el equipo. Una vez terminada, el sistema nos ofrece un entorno muy bien organizado para que encontremos rápidamente cualquier herramienta según su categoría (Oficina, Internet, Accesorios, Juegos, etc.).
Lo primero que probé fue el programa Write, de OpenOffice.org. Extrañamente, su interfaz se encotraba en inglés. “Tendré que reinstalarlo”, pensé. Nada de eso, al rato de conectarme a Internet (cosa que se logra con un clic en el icono de red inalámbrica), Ubuntu me informó que mi soporte de idiomas estaba incompleto, y me ofreció actualizarlo según mi región. Respondí que sí y automáticamente se puso a descargar e instalar una serie de paquetes. Luego de terminada esta tarea, toda la suite de OpenOffice.org tenía su interfaz en castellano, ¡sin tener que reinstalarla!
Para terminar, el sistema me avisó que había varias actualiaciones vitales para descargar (¡180 actualizaciones listas, para un sistema operativo recién salido! ¡Eso es rapidez de acción!). Le indiqué que sí, y el sistema se encargó del resto, luego de ingresar mi clave de administrador (no vaya a ser que alguien accidentalmente “meta la pata”).
El resto fue simplemente usar el gestor de paquetes, escribir el nombre del programa que quería instalar (o una referencia del mismo, como “cliente Twitter“), y simplemente seleccionarlo de la lista con un doble clic, para dejar que el gestor se encargue de descargarlo, incorporarlo en el equipo, y dejarme un acceso directo en la categoría correspondiente.
Como plus, resolví un problema que al principio me preocupó. El adaptador de red Wi-Fi, funcionando bajo XP, me cortaba la transferencia de paquetes en forma aleatoria, haciendo que de ratos el equipo suspenda una descarga, la haga extremadamente lenta o deje de cargar el contenido de un sitio. Con Ubuntu este problema simplemente desapareció, y todas las descargas se realizan a la máxima velocidad.
Luego de esto, y como usuario “tradicional” de Microsoft, debo decirles que Ubuntu llegó a mi vida para no irse más, conviviendo pacíficamente con los equipos en donde Windows me resulte más práctico por una cuestión de compatibilidad.
Autor: Andres Fioroto (tecnotrònicas)
aguante linux carajo y en especial UBUNTU ES LO MEJOR DE LO MEJOR y cada vez mas intuitivo tiene muchas ventajas sobre windows ylo mejor es GRATIS!!!! y brindan soporte tecnico para todas las verciones yo usaba el karmic koala pero se me actualizo y estoy usando la ultima vercio 10.10
ResponderEliminar